martes, 4 de octubre de 2011

Simplemente Pappo

El libro ‘Pappo, el hombre suburbano’ (Editorial Planeta, 540 páginas) cuenta la biografía del músico con una minuciosidad exquisita. El autor, Sergio Marchi, deja en claro que no le resultó fácil al Carpo lograr ese reconocimiento que finalmente adquirió en nuestro país. Un eximio guitarrista que comenzó a rodar en los ‘60 pero que logró seria aceptación popular a principios de los ’90, incluso llegando a muchas casas a través de una canción que le pidieron interpretara para el programa de Tato Bores y que tenía como protagonista a la jubilada Norma Plá en su confrontación con Domingo Cavallo. ¿El tema? ‘Mi vieja’, que Pappo detestaba y no quería incluir en el disco ‘Blues local’. Para meter esa canción, los productores tuvieron que pagarle al músico veinte mil dólares más para convencerlo. El libro permite recorrer la vida de Norberto Napolitano por completo, narrando anécdotas como la que a continuación decidí transcribir.

“... Conversando, el negro prometió encontrarlos al otro día en un bar de blues donde iba a ver si podía hacer que Pappo se subiera a zapar con quien tocaba esa noche. Los cita en un lugar ubicado en South Central, un barrio donde ningún blanco debe poner su pie si es que aprecia su integridad, y ellos llegan en lo que llaman el “gronchomóvil”, blanco y con tazas doradas. Estacionan cerca y viene un enano que lo encara a Peter.

- ¡Hey, señor! Por veinticinco centavos le cuido el auto – le propone el diminuto ser.
- ¿Y a vos quién te cuida? – le dice Peter sacando el estuche del baúl.
- ¡Esta! – contesta el enano abriéndose el saco y mostrando una Smith & Wesson.
- Bueno, te doy dos dólares y cuidá todo lo que quieras.

‘El enano por poco nos entra a upa al bar, no podía creer que le diera dos dólares’, se ríe Peter. La diversión finaliza apenas traspasan la puerta: todos negros y ellos, que parecen brillar en la oscuridad, atraen todas las miradas. La banda que toca esa noche se llama Balls of fire. ‘Tengo que tocar acá Shorthorn’, lo apura Pappo. En la oscuridad, Peter divisa al armoniquista de la noche anterior que le hace señas de que espere. El tipo va y habla algo con el tecladista de la banda, que asiente con la cabeza.

- ¡Argentina! ¿Trajiste tu guitarra? – pregunta el armoniquista.
- Sí, sí, acá la tengo – dice Pappo, abriendo el estuche.
- Apurate que te van a dejar tocar.

Pappo pela la SG y se encamina al escenario. En el trayecto, un viejo negro lo mira como miran los diablos y le dice: ‘Pibe, no hagas nada mal o sos carne muerta’. Peter esperaba a Pappo muy cerca de la puerta, con el estuche listo por si había que salir corriendo. El tecladista parece amistoso, y le sonríe a Pappo. El cantante, un tal Bobby Phillips, no. Y dice: ‘Un momento. Acá hay un tipo que viene de Argentina, no sé dónde queda eso, es más, no me importa. El tipo dice que puede tocar los blues. Pero hay un problema: es blanco’. Silencio. Peter comienza a preparar las piernas para correr. La banda arranca con ‘Sweet home, Chicago’. Pappo no mueve ni un músculo. El tecladista le hace señas como para que meta algún fill. El cantante entona la primera estrofa: ‘Come on, baby don’t you wanna go…’, y cuando la termina dice: ‘ Desde Argentina, mostranos qué tan bien podés tocar los blues’.

‘Y salió Maradona a la cancha y la descosió’, asegura Peter. ‘De pronto una gorda se paró, comenzó a mover el culo, se pararon todos y ya está. Lo ovacionaron’. Una vez terminado el show, Pappo recibió felicitaciones de todos los músicos, y una amplia sonrisa y un fuerte abrazo del negro que tocaba el órgano. Su nombre era Deacon Jones y Pappo no sabía que había encontrado a un hermano del blues.

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