jueves, 3 de noviembre de 2011

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“Que tengas un hermoso día”. Así terminó la conversación telefónica con la empleada de Alumbrado Público de nombre Ana, que muy amablemente recibió mi pedido para que coloquen nuevamente una luminaria en la esquina de casa. La habían retirado la semana pasada porque no estaba en perfectas condiciones, las gotas de lluvia provocaban algunos chispazos amenazantes para nada agradables. Al observar el poste vacío por varios días decidí hacer el reclamo. Las noches son más oscuras en medio de tanto bosque, con solo decirles que al asomar la cabeza por el costado de la casa pareciera que una pared negra oculta todo el paisaje. Lo cierto es que levantar el teléfono y ser atendido inmediatamente, sin musiquitas de por medio, saber que mis palabras fueron “escuchadas” y que la solución no tardará más de 48 horas en llegar, permite a uno sentir cierto alivio, como si las cosas realmente funcionaran. No es el paraíso, lejos está de serlo, pero tiene tanto de aquellas viejas épocas que muchos añoramos.