miércoles, 26 de octubre de 2011

El hombre mediocre - José Ingenieros

Comencé hace poco con la lectura de un libro que me recomendaron hace tiempo. El primero en hacerlo fue un profesor en la escuela de periodismo  (el bueno de Alejandro Magaldi para quienes lo conocen), y el último fue Pappo, sí, que según su biografía escrita por Sergio Marchi lo leyó en un viaje a Villa Gesell y le partió la cabeza. "El hombre mediocre" fue escrito en 1913 por el médico psiquiatra, psicólogo, criminólogo, farmacéutico, docente, filósofo y sociólogo italo-argentino José Ingenieros, que por supuesto se destacó también como escritor. Todavía no llegué ni a la mitad, pero ni bien comienza el libro dice lo siguiente y me parece digno de ser compartido.

"Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un Ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti, quedas inerte: fría bazofia humana. Sólo vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone a lo real. Ella es el lis de tu blasón, el penacho de tu temperamento.
Innumerables signos la revelan: cuando se te anuda la garganta al recordar la cicuta impuesta a Sócrates, la cruz izada para Cristo y la hoguera encendida a Bruno; cuando te abstraes en lo infinito leyendo un diálogo de Platón, un ensayo de Montaigne o un discurso de Helvecio; cuando el corazón se te estremece pensando en la desigual fortuna de esas pasiones en que fuiste, alternativamente, el Romeo de tal Julieta y el Werther de tal Carlota; cuando tus sienes se hielan de emoción al declamar una estrofa de Musset que rima acorde con tu sentir; y cuando, en suma, admiras la mente preclara de los genios, la sublime virtud de los santos, la magna gesta de los héroes, inclinándote con igual veneración ante los creadores de la Verdad o la Belleza.
Todos no se extasían, como tú, ante un crepúsculo, no sueñan frente a una aurora o cimbran en una tempestad; ni gustan de pasear con Dante, reír con Moliére, temblar con Shakespeare, crujir con Wagner; ni enmudecer ante el David, la Cena o el Partenón. Es de pocos esa inquietud de perseguir ávidamente alguna quimera, venerando a filósofos, artistas y pensadores que fundieron en síntesis supremas sus visiones del ser y de la eternidad, volando más allá de lo real. Los seres de tu estirpe, cuya imaginación se puebla de ideales y cuyo sentimiento polariza hacia ellos la personalidad entera, forman raza aparte en la humanidad: son idealistas".

lunes, 24 de octubre de 2011

Participación en Time Killer, Capítulo XIII

Sucedió hace minutos nomás, una nueva emisión de Cuentos Deportados realizada por quien aquí escribe. En esta oportunidad después del tema musical pueden disfrutar uno de los momentos sublimes que tuvo el episodio 34 de Time Killer (FM Simphony 91.3Mhz), en el cual tanto Julián como Gustavo cuentan sus encuentros casuales con emblemas de la música mundial...


"Madrugar. Madrugar en serio. No pensar y salir. Calles desiertas. Crujidos de hojas que acompañan sus pasos. Es el momento justo en que no se encuentra a la luna ni al sol. Hay una claridad confusa. Cantan los primeros pájaros, la ciudad aún duerme. En pocos minutos comenzará la rutina y el caos, pero a esta hora él es él. Se siente único, omnipotente. Nadie puede quitarle este instante, este regalo, este presente. Sabe que más tarde será uno más de camisa y corbata del montón, pero ahora no, ahora es el dueño de sus deseos en los que nadie interfiere. Y trota, y corre y recorre kilómetros sin destino, aunque sepa que su destino será un círculo que lo deposite nuevamente en el punto de partida. Y así entrena día tras día, madrugada tras madrugada, y se libera. Y cuando lo hace se imagina el mañana, y dibuja en su mente un estadio lleno y él en la pista, corriendo y logrando entrar en el medallero, enarbolando la bandera de su país con lágrimas en los ojos, sin obtener ni pedir nada a cambio, nada más que el orgullo y la gloria personal de haberlo alcanzado".

Patricio Rey y sus redonditos de ricota - Vencedores vencidos

Y ahora tiro yo porque me toca
en este tiempo de plumaje blanco,
un mudo con tu voz, y un ciego como yo,
vencedores vencidos!

Te has fugado!
Me hago humo!
Den la alarma!
Ensayo general para la farsa actual,
teatro antidisturbios.

Se rompe loca mi anatomía
con el humor de los sobrevivientes,
de un mudo con tu voz,
de un ciego como yo,
vencedores vencidos!

Leyendo diarios de hoy, un baño turco,
empañando Ray-Ban's, mascando un hueso,
tu perro, un perro cruel,
con la costumbre de no contentarse con los restos.
Ovejero que descansa en manto negro.

Ensayo general para la farsa actual,
teatro antidisturbios.

En este rollo de monos de polvo
hemos perdido el rastro unos minutos,
un par de monos más (unos terrícolas),
vencedores vencidos!

Buena Suerte! Y más que suerte! (sin alarma...).
Me voy corriendo a ver que escribe en mi pared
la tribu de mi calle.
La banda de mi calle!

domingo, 23 de octubre de 2011

Contradicciones

A los que verdaderamente no termino de comprender son aquellos tipos que se la pasan vaticinando el fin del mundo. El caso más reciente fue el del predicador estadounidense Harold Camping, que había puesto como fecha límite el pasado viernes 21 de octubre. ¡Sorpresa! ¡Hoy domingo 23 estoy escribiendo estas líneas y vos las estás leyendo! ¿Qué buscan estos señores? Si la respuesta es fama, la consecuencia siempre va a ser efímera. Porque supongamos que alguna vez tengan razón y acierten su pronóstico, van a ser conocidos por todos durante los pocos días que estemos vivitos sobre esta tierra. Y caso contrario, como sucedió en el ciento por ciento de los casos, no dar en el blanco les vale el título de mentirosos, y sus predicciones pasan a tener un valor nulo de ahora en adelante...

sábado, 22 de octubre de 2011

Participación en Time Killer, Capítulo XII

Esto sucedió el lunes pasado, pero olvidé asentarlo y compartirlo aquí en el blog. El audio corresponde al progama que se emite por FM Simphony 91.3 todos los lunes a las 18hs.

  Cuentos Deportados - Cap VII by SebasL 


"El lunes pasado Cuentos Deportados no salió al aire, ¿y saben por qué no salió? Porque era el episodio número 32. ¿Y saben quién se identifica con el 32? Carlitos Tevez, que semanas atrás no quiso entrar a jugar un partido por la Liga de Campeones. Y nos sentimos como él, con la 32 en la espalda, por eso nos negamos a salir a la cancha. Y nos bancamos la que se venga. Que el público prenda fuego pancartas con el logo de Cuentos Deportados. Que el productor inicie una persecución para excluirnos del programa. Que nos callen, que nos censuren, que intenten imitarnos, pero sepan que jamás lograrán igualarnos. Ahora, de suceder esto y que no volvamos a salir al aire, estaremos orgullosos de habernos presentado en este episodio, el 33. No sé, se me vienen a la mente los 33 orientales, que no es el nombre de una calle así porque sí, sino que son los 33 tipos que lograron la independencia de Uruguay; también por supuesto los 33 mineros que zafaron hace poquito más de un año tras quedar atrapados 700 metros debajo en tierras chilenas. O el álbum de Luis Miguel titulado 33, publicado en 2003 y del cual muchos en este programa son fanáticos. Por qué no la línea de colectivos 333, de San Isidro a Olivos y Olivos a San Isidro incansablemente. Pasaron 33 años desde que ganamos el primer mundial de fútbol. Y dentro de poco van a cumplirse 33 años desde que llegué al mundo, para alegría de todos ustedes... Y de los médicos, por supuesto. “Diga 33”, ¡cuántas veces lo habremos escuchado! El caso más llamativo en mi experiencia es el que sucedió ya tres veces con mi suegro. Sí, es médico. Y tiene tres hijas. Y a los tres novios de sus hijas, o sea a sus yernos, en algún momento de la vida les tocó decir 33 frente a su suegro. Lo particular es que el resultado siempre fue el mismo, y a los tres los mandó a hacerse una colonoscopía. ¿Existirá alguna explicación científica para ese peculiar desenlace? Por mi parte pude transar con el gastroenterólogo, con mis cuñados no sé qué pasó. Y como todo tiene que ver con todo, se me ocurrió pegarle a este relato el tema "I wanna be sedated", de los Ramones, que justamente salió publicado en el disco "Road to ruin" hace 33 años, y porque de la endoscopía no zafé y en lo único que pensaba era en que quería estar sedado…"

jueves, 20 de octubre de 2011

Vecinos

Pasaba en su moto por la puerta del negocio casi todos los días. Iba y venía constantemente, con su casco bien calzado y sin levantar alta velocidad. Siempre solo, sin destino cierto, acompañado por el rugido de un motor que llamaba la atención pero no causaba molestias. Un día apareció a pata. Despacito, como quien no quiere la cosa, entró curioso al local. Saludó, observó, sonrió y entabló una conversación. A partir de allí pasa siempre alrededor de las cinco de la tarde y levanta su mano, firmando el presente de cada día. Lucas tiene ocho años, va a tercer grado turno tarde de la primera escuela estatal de Pinamar y vive justo a la vuelta de mi trabajo. “Sólo bajo a la calle para encenderla o calentar el motor, pero manejar, siempre por la vereda”. Conoce a todos en el barrio y todos saben de él. Es capaz de hacer quince preguntas en un minuto o quedarse callado quince minutos. Todavía no sabe qué quiere ser cuando sea grande, pareciera preferir continuar disfrutando su niñez.

sábado, 8 de octubre de 2011

Cambios

Si mi madre abrió una cuenta en la red social Facebook y puso su apellido de casada, ¿por qué mi mujer puso el suyo de soltera? Signo de muestra de cambio en los tiempos. El ejemplo de mi señora se puede ampliar a toda la generación de mujeres modernas (acordes con el tiempo actual, avanzadas en sus características, ideas, usos y costumbres), no se estila más hacerse conocer por el apellido de casadas. Creo que todos aquellos que conocen a mi madre la llaman por el apellido de mi padre, y así con la gran mayoría de madres de mis amigos de las cuales desconozco sus apellidos originales. No está bien, no está mal, es así, y en algún punto algo me llamó la atención, sino no lo hubiese escrito aquí.

martes, 4 de octubre de 2011

Confidencias musicales

En mi casa no había un piano. No pasé mi infancia entre discos de vinilo, ni tampoco teníamos fonola. No sonaban tangos, ni siquiera recuerdo sonidos ambiente de radio alguna. Llegan a mi memoria (que no suele ser una fuente fidedigna) tres cassettes que mis hermanas adquirieron cuando comencé a prestarle atención a la música: ‘Más cerca de la vida’ de César Banana Pueyrredón, ‘Yo te avisé’ de Los Fabulosos Cadillacs y ‘Joyride’ de Roxette. Sí, así me inicié en la música. Nada de Beatles, Floyd, Purple, Stones ni AC/DC. Tampoco Serú Girán, Gieco ni Abuelos de la nada. No sé de dónde saqué esta necesidad, pero hoy no puedo estar sin música. Dediqué mi adolescencia a disfrutar shows de grupos que ganaban popularidad con sus primeros estadios como Los Piojos y La Renga. Y de ahí a viajar hacia atrás en el tiempo, a investigar por qué estas bandas eran lo que estaban llegando a ser, sus influencias, sus antecesores. A imaginarme el contexto en que cada disco era grabado, a situarme en cada década para intentar comprender las obras en su integridad. Fue hace pocos años, fue hace mucho tiempo. No existía internet, y por ende tampoco google ni descargas de archivos en formato ‘emepetres’. Desperdicié cantidad de visitas internacionales en los ’90 por mi falta de cultura musical, aunque un poco de eso pude remediar en los últimos tiempos. Disfruto innumerables interpretaciones en castellano, escuchando a aquellos que en sus letras dicen cantidades de frases y palabras que me hubiesen gustado escribir. Al inglés supe mantenerlo apartado hasta que me sentí maduro para entenderlo, y es el día de hoy que continúo conociendo bandas y artistas grandiosos de todos los tiempos. Me alegro cuando puedo ser partícipe del progreso de grupos a los que acompañé desde sus comienzos, me llena de satisfacciones ver al público que asiste a los conciertos. Es cuestión de abstraerse por un instante del recital y mirar hacia los costados, todos unidos por la misma causa, todos tratándose por un rato como miembros de una gran familia. Hoy considero ser poseedor de una apertura mental necesaria para saborear casi todos los estilos en su tiempo y forma, aun sabiendo que queda mucho por ser descubierto. Pudiendo elegir entre tantas frases para terminar este texto, finalmente decidí resumirlo en este pedacito de estrofa del tema ‘Juntos’, de Pampa Yakuza: ‘Ritmo, inspiración, navegando al interior, como son todos los días, siete notas en busca de la armonía’.

Simplemente Pappo

El libro ‘Pappo, el hombre suburbano’ (Editorial Planeta, 540 páginas) cuenta la biografía del músico con una minuciosidad exquisita. El autor, Sergio Marchi, deja en claro que no le resultó fácil al Carpo lograr ese reconocimiento que finalmente adquirió en nuestro país. Un eximio guitarrista que comenzó a rodar en los ‘60 pero que logró seria aceptación popular a principios de los ’90, incluso llegando a muchas casas a través de una canción que le pidieron interpretara para el programa de Tato Bores y que tenía como protagonista a la jubilada Norma Plá en su confrontación con Domingo Cavallo. ¿El tema? ‘Mi vieja’, que Pappo detestaba y no quería incluir en el disco ‘Blues local’. Para meter esa canción, los productores tuvieron que pagarle al músico veinte mil dólares más para convencerlo. El libro permite recorrer la vida de Norberto Napolitano por completo, narrando anécdotas como la que a continuación decidí transcribir.

“... Conversando, el negro prometió encontrarlos al otro día en un bar de blues donde iba a ver si podía hacer que Pappo se subiera a zapar con quien tocaba esa noche. Los cita en un lugar ubicado en South Central, un barrio donde ningún blanco debe poner su pie si es que aprecia su integridad, y ellos llegan en lo que llaman el “gronchomóvil”, blanco y con tazas doradas. Estacionan cerca y viene un enano que lo encara a Peter.

- ¡Hey, señor! Por veinticinco centavos le cuido el auto – le propone el diminuto ser.
- ¿Y a vos quién te cuida? – le dice Peter sacando el estuche del baúl.
- ¡Esta! – contesta el enano abriéndose el saco y mostrando una Smith & Wesson.
- Bueno, te doy dos dólares y cuidá todo lo que quieras.

‘El enano por poco nos entra a upa al bar, no podía creer que le diera dos dólares’, se ríe Peter. La diversión finaliza apenas traspasan la puerta: todos negros y ellos, que parecen brillar en la oscuridad, atraen todas las miradas. La banda que toca esa noche se llama Balls of fire. ‘Tengo que tocar acá Shorthorn’, lo apura Pappo. En la oscuridad, Peter divisa al armoniquista de la noche anterior que le hace señas de que espere. El tipo va y habla algo con el tecladista de la banda, que asiente con la cabeza.

- ¡Argentina! ¿Trajiste tu guitarra? – pregunta el armoniquista.
- Sí, sí, acá la tengo – dice Pappo, abriendo el estuche.
- Apurate que te van a dejar tocar.

Pappo pela la SG y se encamina al escenario. En el trayecto, un viejo negro lo mira como miran los diablos y le dice: ‘Pibe, no hagas nada mal o sos carne muerta’. Peter esperaba a Pappo muy cerca de la puerta, con el estuche listo por si había que salir corriendo. El tecladista parece amistoso, y le sonríe a Pappo. El cantante, un tal Bobby Phillips, no. Y dice: ‘Un momento. Acá hay un tipo que viene de Argentina, no sé dónde queda eso, es más, no me importa. El tipo dice que puede tocar los blues. Pero hay un problema: es blanco’. Silencio. Peter comienza a preparar las piernas para correr. La banda arranca con ‘Sweet home, Chicago’. Pappo no mueve ni un músculo. El tecladista le hace señas como para que meta algún fill. El cantante entona la primera estrofa: ‘Come on, baby don’t you wanna go…’, y cuando la termina dice: ‘ Desde Argentina, mostranos qué tan bien podés tocar los blues’.

‘Y salió Maradona a la cancha y la descosió’, asegura Peter. ‘De pronto una gorda se paró, comenzó a mover el culo, se pararon todos y ya está. Lo ovacionaron’. Una vez terminado el show, Pappo recibió felicitaciones de todos los músicos, y una amplia sonrisa y un fuerte abrazo del negro que tocaba el órgano. Su nombre era Deacon Jones y Pappo no sabía que había encontrado a un hermano del blues.