lunes, 15 de noviembre de 2010

Sucesos suceden todo el tiempo

Pasa otra semana, entro al blog y me doy cuenta que no lo actualizo con frecuencia. Repaso los últimos acontecimientos alrededor mío. Entonces doy cuenta que en realidad nada me despertó tanto la atención como para dedicar minutos a una nueva entrada. Pero quiero hacerlo. Y pienso. ¿No pasó nada? Y otra vez repaso... Estuvo trabajando la mente al ciento por ciento en el nuevo horizonte que llega en 2011. Entonces cambia el look de este sitio, ¿qué mejor que una playa de fondo? Tranquilidad, serenidad, aires nuevos, aunque en mi interior hoy también signifique incertidumbre. ¿Qué más sucede? Internet permite el contacto con algunas amistades, genera curiosidad con crónicas de recitales como los de Paul McCartney y sus comentarios respectivos en redes sociales. No me importa no haber asistido, el mar sigue ocupando la mayor parte de mis pensamientos. Llega un mail a mi casilla que pone en duda la muerte del ex Presidente Néstor Kirchner. ¿Está muerto? Y si lo está, ¿fue por causa natural o suicidio? No sé por qué lo leo, no me interesa, no es una duda de trascendencia en mí particularmente. Un amigo me pide que escriba una reseña/presentación de su banda de rock. Escribir me inspira. Es corto, les gusta, lo publican. Madrugada de domingo, acompaño a mi hermana, cuñado y sobrinos al aeroparque, merecidas vacaciones en Brasil los esperan. En el camino, para que no me duerma manejando, él habla sobre la Asignación Universal por Hijo, y me doy cuenta (una vez más) que la gente no se interesa por saber toda la verdad y opina sin conocimiento de causa, después de todo no está tan mal como parece la metodología impuesta por el Gobierno. Duermo poco, voy al bautismo del hijo de un hermano que la vida me brindó, pasamos un gran domingo, brindamos, reímos, y luego sí descansamos. Pasó otra semana, ¿no pasó nada? Sin darnos cuenta, ahora el niño no reptea, ya gatea. Celebré un cumpleaños, disfruté la intimidad de mi familia, compartí una noche a solas con la luz de mis ojos como pocas veces sucede, y entendí que pasó mucho más de lo que en un principio creí que no había sucedido. Y una vez más la necesidad de escribir queda ahora satisfecha.

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