jueves, 29 de abril de 2010

Simples gestos que no son ejemplos

La familia paseaba por las calles del barrio, disfrutando una soleada tarde otoñal. Adelante iba ella, corriendo, frenando, saltando, gritando. Tendría aproximadamente unos cuatro años de vida. Los padres daban sus pasos pesados con algunos metros de diferencia, empujando el cochecito que transportaba a un recién nacido. Se detuvieron justo delante mío, se reunieron los cuatro y la madre sacó unas golosinas para compartir. Las repartió, y uno a uno, a medida que quitaron el envoltorio de su preciado botín, arrojó el papelito al suelo. Se miraron, volvieron a sonreír y retomaron su camino endulzados cada uno por su delicioso manjar. Una ráfaga de viento sopló y consigo llevó las hojas de los árboles que el otoño suele al paisaje brindar, entremezclando con ellas esos brillantes papeles generados por algún proceso industrial. Pensativo, triste, contrariado, quedé pensando, intentando comprender... Si a tan corta edad recibe ese ejemplo, ¿qué le depara el camino que está transitando?

2 comentarios:

  1. Mi papá tenía una frase maravillosa para estos casos. Era "señor, señor, se le cayó un papel!". Puedo imaginármelo diciéndosela a alguien, con su mejor cara de (falsa) inocencia. Yo misma lo hice, y si uno lo sabe actuar, la gente se avergüenza y trata de reparar lo que hizo. Porque en el fondo la gente sabe, aunque tenga problemas peores que tirar papelitos a la calle. A veces un simple guiño del otro te pone en tu lugar.

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  2. ¡Grata sorpresa su comentario! No recibo muchas visitas por estos lados, ja! También hice esa actuación en algún momento con algún conocido, produjo satisfacción por cierto, pero no dejaba de ser un conocido al fin... Y ya que estamos, felicitaciones por su blog, se lo comenté al amigo que hizo de intermediario.

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