sábado, 28 de enero de 2012

Vacaciones

No podría decirte cuántas veces hizo el mismo camino, lo delata un surco formado desde la sombrilla hasta la orilla de tantas idas y venidas. Hace caso omiso de las gentes, está en su mundo, se divierte. Se moja donde mueren las olas, se anima un poco más, retrocede. De tanto en tanto se aleja hacia un costado pero vuelve con un llamado. Juega con su pelota o con la que encuentre a su paso que a alguien se le haya escapado. Busca la aprobación con una mirada, se concentra y hace un pozo en la arena, da vuelta su cabeza para saber que no lo han dejado solo, continúa con sus tareas. Advierte la presencia de alguien de su estatura, entonces se acerca, lo busca y lo invita a compartir el momento, su momento. Es libre, es feliz. El sol cae. Cansado, moviendo la cola, camina junto a su dueño y sube al auto de un salto, deseando que aún falte para el día de regreso al departamento en Belgrano.

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