miércoles, 29 de diciembre de 2010

Sueños fugaces

Abro los ojos, hace calor. ¿Qué hora es? Estiro mi mano, el reloj no está a mi alcance. Oscuridad con luz de noche cristalina, recuerdo que tuve un sueño. Busco papel, birome, quiero escribirlo, nada está a mi alcance. El silencio es absoluto, los otros duermen y acompañan así una linda soledad. Las imágenes soñadas vienen y van, triunfan las que se van. Suave brisa nocturna sobre mi rostro asomado en la altura de la ventana. Sigo sin encontrar forma de volcar palabras en algún sitio, se esfuman los escasos recuerdos que quedan. ¿Soñé? Ya no lo sé.

2 comentarios:

  1. Eso me pasa seguido. Trato de vencer el sueño, levantarme a escribir, aunque sea unas pocas palabras que representen lo soñado y después me permitan reconstruir el cuadro. Escribí cuentos enteros así! Un consejo: el celular en la mesa de luz, en silencioso para no molestar con el tecleo. No necesitás encender la luz. Lo escribís y lo guardás como borrador. Y sí, es así. Ahora las musas vienen con tinte electrónico.

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  2. Nuevas tecnologías, ¡cómo no me avivé!? Y pensar que tuve que suplantar a un profesor de esa materia (sí, se llama así, "Nuevas tecnologías", ¿qué tul?) en el instituto de periodismo, ¡gracias Nin, buen consejo!

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