viernes, 11 de febrero de 2011

Admiración

Pisó fuerte los frenos cuando la luz cambió bruscamente al amarillo para pasar enseguida al rojo, quedando a unos centímetros de la parte trasera de aquella moto.

- ¡Linda nave! - dijo el conductor.
- ¿Linda? ¡Hermosa! Mirá lo que es eso... - lo siguió el acompañante.
- Me llego a subir ahí un ratito nomás y me puedo morir tranquilo.
- No, si me subo yo no me bajo en mi vida, ni que me ofrezcan... no sé, lo que se te ocurra.
- Sabés lo que debe ser eso, no te olvidás más si llegás a probarla.
- Yo llego a tener algo así y me voy para todos lados, para mostrarla nomás, para que me vean ahí al ladito.
- Eso seguro, con lo agrandado que sos vos, si conseguís una como esa no entrarías por ninguna puerta...
- ¡Más vale! Inflo el pecho y me paseo de acá para allá, está bárbara, en mi barrio no hay de esas.
- ¿Sabés lo que pasa? Debe salir una fortuna mantenerla, no son baratas las de este tipo.
- En eso tenés razón... Está bien, dámela un ratito nomás, después que la mantenga otro.

Un minuto pasó y la luz cambió al amarillo para dar lugar al verde. La silueta de esa hermosa mujer sentada en la parte trasera de la vieja moto desvencijada se alejó lentamente por la avenida, mientras ambos compañeros se quedaron imaginando el rostro que tendría esa nueva efímera fantasía.

4 comentarios:

  1. que bueno e ingenioso sebas!!!! motos, mujeres...lo mismo da
    y...nunca son baratas las de ese tipo, tal cual
    :P
    beso

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  2. Ja, no a todos nos da lo mismo, pero pasa...
    Gracias Vir!

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  3. jajaja! Buenísimo! Igual mirá que ahora muchas se mantienen solas (las minas, digo). Besos!

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  4. Totalmente de acuerdo, Nin, aunque creo que no son justamente "las de este tipo", ja. Besos!

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