lunes, 17 de enero de 2011

Carteles

La reunión se llevó a cabo en algún lugar, nadie supo nunca donde. Pero sí trascendieron algunos acontecimientos de aquella noche única. “Bienvenidos” y “La casa se reserva el derecho de admisión” fueron los encargados de recibir a todos los invitados. “Vos siempre tan cordial, y vos tan selectivo… ¡no cambian más!”, les dijeron en varias oportunidades los que iban llegando al recinto. El primero en arribar fue “Velocidad máxima permitida 130”, un poco despeinado pero contento, porque la ansiedad por ser parte de esa fiesta lo tenía sin dormir desde hacía semanas. Es que sabía que allí se iba a encontrar con todos, harto de estar siempre en soledad al costado de algún camino. ¿El último en llegar? Por supuesto, “Despacio, niños jugando”. A paso lento, delicado, recién se dejó ver cuando en los parlantes sonaron los temas finales de la velada. Porque claro, la música hizo caso omiso a la señora que pedía silencio constantemente ya que todos sabían que no había ningún hospital cercano, y así pudieron bailar durante horas sin parar. “Rotonda” fue la responsable de armar las rondas en cada estribillo de las canciones de los Auténticos Decadentes, y “Prohibido estacionar y detenerse” logró mantener en movimiento a todos los presentes durante la extensa reunión. En un rincón del salón, un grupo de niños salidos del “Zona de escuela” se entretuvo con sus maletas, mientras afuera esperaron comiendo tranquilos gran cantidad de “Animales sueltos”. “Prohibido fumar” se encargó de mantener el ambiente libre de humo, y “Contramano” se mudó de puerta en puerta de cada baño para evitar confusiones, ya que “Hombres” y “Mujeres” decidieron disfrutar del acontecimiento y olvidar por un día sus puestos de toda la vida. Por su parte, “Cruce de peatones” acaparó la atención de varios contando una historia que concluyó algo así: “… Y entonces yo soy uno de los cuatro fantásticos, yo soy un Beatle en Abbey Road, por eso mi estampa es como ustedes la conocen”; pero muchos rieron al escuchar ese remate y sólo unos pocos se mostraron crédulos a semejante final. Cuando los primeros rayos del sol hicieron su aparición, “Mano única”, “Curva a la derecha”, “Curva a la izquierda” y “Precaución, calzada resbaladiza” se ubicaron en las diferentes salidas indicando a cada uno hacia dónde debía dirigirse para regresar a su casa. Fue hace mucho tiempo, pero es hasta el día de hoy que todos recuerdan esa noche con emoción y alegría. Dicen que así fue la fiesta de los carteles, esos que siempre nos cuidan y en reiteradas ocasiones son ignorados, esos que tuvieron su momento único y por ahora irrepetible en algún rincón del mundo.

6 comentarios:

  1. Gracias Virginia, estaba entre esto o el relato acerca de la odisea que implica ahora renovar una licencia de conducir... Creo que por suerte las señales de tránsito sirvieron como disparador!

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  2. Qué lindo!!! Simple y pequeño, pero lleno de frescura. Cuando uno lee algo, hay categorías latentes esperando a ser llenadas: lo que gusta, lo que no gusta, lo que interesa, lo que conmueve... Pero cuando uno además escribe, a esas categorías se suma la de las cosas que nos hubiera gustado escribir. Esta es una de ellas.
    Saludos!!

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  3. Nin, lindo y gratificante tu comentario, más sabiendo de quién viene y cómo escribe!!! Gracias, saludos!

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  4. Muy bueno Sebas, bien original, abrazo!

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  5. Gracias querido, y bienvenido a los comentarios!!!

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